Hablando de ti

La fatalidad no es gratuita... No, no lo es.
Viví toda la vida buscando el ideal del amor. Me dejé enamorar y encantar por eso que a veces nos une. Pero entré tarde en el juego. Demasiado tarde. Un día creí haber encontrado al ideal del amor encarnado en la ansiada búsqueda del alma gemela. Pero todo era ilusorio. ¿Cómo amar sin poseer? ¿Cómo amar sin adueñarnos de la vida del otro? Eso nos decía el poeta, advirtiéndonos del error. Y así viví, en el eterno error durante años. Siempre guardé la esperanza de cruzarme con él. Un día, en una cocina anclada en una hermosa bahía de las tierras del norte encontré un ángel. Por un momento pensé que era "el" y dejé toda una vida por seguir sus huellas. Todo fue inútil... En el lejano oriente creí encontrarlo de nuevo... pero... Llevo quince meses sin tener pareja, sin estar enamorado más que de la vida... Es extraño pues en los últimos siete años no recordaba haber estado tanto tiempo a solas... Pero esta soledad, al principio dura, ahora se vuelve placentera... Y hace madurar a esa niña que buscaba en la ficción de la vida la esperanza del mañana. Y por eso descubre, con cierta amabilidad y complicidad, que la que sabe volar solo vive en la imaginación de los hombres, y que solo la reencarnación de Don Quijote podría hacernos volver a creer en ella... Y mientras eso ocurre, sigo cabalgando, a solas, hacia cualquier Toboso... con la esperanza de que Azul, con grito solitario hiende sus carnes ofreciéndolas al tedio... siga esperándome.

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